Marco
teórico
Es evidente que la asociación de la
vida moderna con la obesidad es directa, en el mundo actual, en
algunos sectores de la sociedad, los pacientes cuentan con un acceso
a las calorías de los alimentos más fácil, y con la complicación,
que por los avances técnicos, la población en general y de todas
las edades cada vez tienen menos necesidad de gasto calórico y esto
hace que la ecuación sea favorable a la acumulación de masa grasa
con el resultado de un aumento a nivel de población de la obesidad y
sobrepeso.
Epidemiología.
El informe de la Sociedad Española
para el estudio de la obesidad (SEEDO) demostró en el año 2000 que
la obesidad afectaba al 14,5% de la población general española y su
repartición por sexo demostró un aumento en las mujeres (17,7%) con
respecto a los varones (13,37%).
La relación con respecto a la edad es
directamente proporcional, siendo el 59% en los menores de 40 años,
los que tienen un IMC menor de 25 kg/m2, pero en los mayores de 51
años solo permanecen en un 20%. La relación de estas entidades con
la enfermedad coronaria está demostrada ampliamente. El impacto como
factor de riesgo cardiovascular es mayor mientras más joven es el
paciente afectado. Según el estudio Interheart, la motivación de
la realización del mismo, fue la “epidemia” que los países en
desarrollo están sufriendo en el momento del mismo y que pronostican
su aumento en las próximas décadas (3)
En el Estudio MESYAS fueron más
afectados los trabajadores manuales y probablemente esto relacionado
con el aumento de triglicéridos. (4)
El aumento de la incidencia de
sobrepeso y obesidad, en países occidentales y su relación con
enfermedades cardiovasculares ha hecho que adquieran el rango de
principal problema sanitario de carácter epidémico (5)
Más del 90% de las personas con
diabetes mellitus tipo II es obesa (11)
El compromiso a nivel mundial es hoy
indiscutible como lo demuestra la evidencia manifestado por la
Encuesta Nacional de salud realizada en Chile en el año 2003, que
mostró que alrededor del 19% de los hombres y el 25 % de las mujeres
presentaban obesidad, aumentando con la edad hasta alrededor de los
60 años. El promedio de la
circunferencia de cintura para esta población es de 90,7 cm en
hombres y 86,2 cm para la mujeres (12)
En cuanto a la cardiopatía isquémica
la relación más directa con la obesidad se da en latino América en
donde junto a la enfermedad cerebro-vascular se ha favorecido sobre
todo, por esta y por el sedentarismo y el tabaquismo.(19)
En cuanto al riesgo cardiovascular la
relación de su aumento con obesidad y sobrepeso se recogen en las
guías de hipertensión de la ESH y SEC de 2013 donde se describe
como de riesgo aumentado a sujetos sedentarios o con obesidad
central; el aumento relativo del riesgo asociado al sobrepeso es
mayor en personas jóvenes que en personas de más edad. (20). En la
tabla 4 del mismo trabajo se define a estos como obesidad al IMC >30
y a la obesidad abdominal ( en caucásicos, perímetro abdominal:
varones =o> 102 cm y mujeres =o> 88cm).
En cuanto al diagnóstico en este mismo
trabajo se relaciona a la obesidad como también al sobrepeso junto
con otros factores de riesgo como factor implicado con la
hipertensión de “bata blanca” como también a la hipertensión
enmascarada, siendo esta la que no se detecta con mediciones en la
consulta por ser manifestada fuera de la misma.(20).
En cuanto al diagnóstico de
hipertensión secundaria, el mismo en un paciente hipertenso obeso,
se deben tomar en cuenta la posibilidad de este diagnóstico,
debiendo buscar el mismo en cada caso.
La prevalencia de obesidad obtenida en
el estudio del Institute of European Food Studies (IEFS) varía según
su distribución geográfica. El Reino Unido muestra la mayor
prevalencia de Obesidad (12%), seguido de España (11%), siendo la
menor en Italia, Francia y Suecia (7%). Considerando juntos obesidad
y sobrepeso, la mayor prevalencia combinada de ambos se observó en
España, Alemania y Grecia. (34)
En
España, la prevalencia en población de 25 a 60 años se sitúa en
el 39.2% de sobrepeso y en el 15.5% de obesidad según el Estudio
DORICA, es decir que un 54.7% de la población adulta tiene un
problema de exceso de peso. En niños y jóvenes de 2 a 24
años, el sobrepeso afecta al 26.3% y la obesidad al 13.9% según el
estudio enKid. (35)
De todos los factores de riesgo
cardiovascular, en un estudio de 2007 se establece que el sobrepeso
en ambos sexos y el tabaquismo en varones se perfilan como los
factores de riesgo cardiovascular a los que cabe atribuir un mayor
impacto en la población de la enfermedad coronaria. La actual
tendencia creciente otorga además una importancia adicional al
sobrepeso. (37).
Es por esta razón que la importancia
de la detección de esta condición nutricional se hace muy
importante en atención primaria para de esta forma poder generar
recursos en su reversión. *******
En el próximo cuadro que establece la
relación entre situaciones de sobrepeso, obesidad y enfermedades de
riesgo cardiovascular suma importancia al concepto anterior.
Clasificación
de sobrepeso y obesidad en relación de riesgo de comorbilidad (35)
IMC | Riesgo de DM tipo II, Hta y enfermedad cardiovascular en relación a la cintura abdominal | ||
<102/88cm | >102/88cm | ||
Normal | 18.5-24.9 | Aumentado | |
Sobrepeso grado I
Sobrepeso grado II |
25-26.9
27-29.9 |
AUMENTADO | ALTO |
Obesidad tipo I | 30-34.9 | ALTO | MUY ALTO |
Obesidad tipo II | 35-39.9 | MUY ALTO | |
Obesidad tipo III | >40 | EXTREMADAMENTE ALTO. |
Patogenia.
La obesidad y el sobrepeso en última
instancia es la acumulación de tejido graso, el cual no es solo un
tejido de depósito energéticos, como hasta solo unos años se lo
consideraba, sino que es capaz de la producción de un conjunto de
sustancias conocidas como ADIPOQUINAS, las cuales tiene acción en
diferentes tejidos, lo que lleva implícita la asociación de la
obesidad con otros factores de riesgo cardiovascular como son la
hipertensión arterial, la diabetes, y el HDL bajo. Por otro lado el
mencionado tejido graso provoca la resistencia insulínica
periférica.
El aumento en la acumulación de
macrófagos que tienen lugar en el tejido adiposo de los obesos se ha
reconocido recientemente como uno de los procesos esenciales de la
inflamación metabólica y la resistencia insulínica. (11)
En este sentido, parece ser que las
alteraciones de los macrófagos proporcionan un enlace celular entre
la diabetes mellitus y la enfermedad cardiovascular, aumentando la
resistencia insulínica y contribuyendo al desarrollo de estrías
grasas y daño vascular. (11)
Las adiponectinas más estudiadas son
las siguientes.
Adiponectina | Su aumento se relaciona con protección vascular por la vía
del Óxido Nítrico (NO). Su disminución se relaciona con el desarrollo de hipertensión arterial, Calcificación vascular e inestabilidad de placa. (1) Está formada por 244 aminoácidos con un peso molecular de 30kDa. Su relación es inversa con el IMC y la resistencia insulínica, los hombres tienen concentraciones más bajas que las mujeres, sus funciones más destacadas son la oxidación de ácidos grasos, reducción de triglicéridos plasmáticos y el aumento del metabolismo de la glucosa, además reduce la expresión de moléculas de adhesión en células endotelio, la transformación de macrófagos en células espumosas y la proliferación de células de tejido muscular liso, lo que redunda en prevención de la aterosclerosis.(10) |
Leptina | Es una de las primeras
descriptas y es un marcador de exceso de tejido adiposo. Es
directamente proporcional con el PERÍMETRO ABDOMINAL. (1)
(*1) Es una hormona peptídica de 146 aminoácidos con peso
molecular 16kDa. Es más abundante en el hombre que en la mujer es
su concentración más alta en la mañana que en la tarde y su
concentración es proporcional a la masa grasa, más a la
subcutánea que a la visceral. Su acción es la de inhibir el
apetito, también aumentan la sensibilidad a la insulina e
incrementa el gasto energético. Sus relaciones hormonales son
variadas siendo las hormonas tiroideas activas a nivel del
adipocito con disminución de los niveles de leptina. Niveles
altos de leptina actúan sobre la corteza suprarrenal con
disminución de la liberación de glucocorticoides que a su vez,
actúan sobre la TRH y estas establecen un incremento de
producción de T4.(10) En un reciente estudio publicado en Cell, se demuestra la relación directa de la Leptina con la masa grasa y como efector de la HTA a través de la activación del sistema adrenérgico (19) |
Resistina. | Está relacionada con los procesos inflamatorios y la
disfunción endotelial (1). Proviene de las células mono
nucleares presentes en tejido adiposo, es un polipéptido de 114
aminoácidos. Sus concentraciones caen con el ayuno prolongado y
se elevan con la ingesta alimentaria, se la relaciona directamente
con los niveles de resistencia insulínica, lo que hace altas sus
concentraciones en obesos y diabéticos tipo 2. (10). Esta
asociación inflamatoria hace que la resistina juegue un papel
importante con la aterosclerosis coronaria.(21),(22) |
TNF ALFA | Se la relaciona con estados pro inflamatorio y la resistencia insulínica periférica. (1)Es una glicoproteína sérica producida por macrófagos activados y leucocitos mononucleares, por lo que se la puede considerar como mediador pro inflamatorio. En la actualidad también se la relaciona con el desarrollo de resistencia insulínica, obesidad y DM2. En el hepatocito estimula la secreción de IL 6 y otros reactantes de fase aguda como la Proteína C Reactiva (PCR), el inhibidor I del activador de plasminógeno (PAI 1) y fibrinógeno.(10) |
Interleuquinas 1 - 6 | Semejante al anterior. (1) Glicoproteina de bajo peso molecular 22 kDa segregada por macrófagos, linfocitos T, células endoteliales, fibroblastos y también adipocitos, que son responsables del 30% de la proteína circulante. Su relación es directa con los niveles de IMC, siendo su relación con el síndrome metabólico a través de la producción de moléculas de VLDL y la síntesis de reactantes de fase aguda(10) (*2) |
De esta forma las adipoquinas son un
medio común que pueden unir la obesidad y los factores de riesgo
cardiovascular.
La obesidad se relaciona en forma
directamente proporciona con la hipertensión arterial por la
resistencia insulínica. Esta se la puede definir como la disminución
de la capacidad de la insulina para ejercer sus acciones a nivel de
los órganos diana como son el hígado, el músculo esquelético y el
tejido adiposo. Esto se asocia con una elevación de la glucemia y
una hiperinsulinemia secundaria.
El estudio de Reaven demuestra como
marcadores fiables resistencia insulínica a una hipertrigliceridemia
>150mg/dl y al cociente entre triglicéridos /HDL mayor de 3.
Otro tema importante es la posible
asociación de genética y obesidad, relación estudiada en un
estudio, que estableció que los marcadores genéticos asociados a
IMC en la edad adulta se asocian a un aumento más rápido y mayor
del peso y de la talla en las primeras semanas de vida, pudiendo
constituir el inicio de una vía de desarrollo de obesidad en la edad
adulta.(8) Su aplicabilidad clínica considerando las posibles
diferencias ambientales y genéticas entre poblaciones diversas,
resulta arriesgado estimar la utilidad en nuestra práctica clínica
de la información aportada en este estudio.(8)
Representación esquemática de la
acción de Leptina, recogida en Cell (41)
Síndrome Metabólico.
En definitiva estas modificaciones
patológicas llevan en su conjunto al llamado Síndrome Metabólico,
Sus datos de desarrollo se remontan a 1947 donde Vague, en un trabajo
sobre diferenciación sexual, relacionaba la distribución de grasa
corporal en el desarrollo de algunas anormalidades metabólicas. En
1988 Reaven denominó Síndrome X a un grupo de alteraciones en las
que se acompañaban junto a la hipertensión arterial, anormalidades
bioquímicas como la resistencia insulínica, hiperinsulinemia,
hiperglucemia, incremento de concentraciones de triglicéridos y
descenso de la fracción de colesterol de alta densidad (HDL) (10),
hoy definido por la OMS como:
Constatar de resistencia insulínica,
junto al menos de dos de los siguientes conceptos:
-
Obesidad: IMC >30 kg/ m2 o Índice cintura cadera >0,9 en varones o > 0,85 en mujeres.
-
Dislipemia.
-
Presión arterial >130/85mmhg
-
Micro albuminuria.
La prevalencia depende de la definición
que se escoja pero en general podemos decir que a nivel global el
22,8% de los varones y el 22,6% de las mujeres lo padecen. (10)
El hecho de que en un paciente se
detecte resistencia a la insulina, no debe considerarse como una
enfermedad, sino como una anormalidad fisiológica, que asociada a
determinadas situaciones que pueden concatenarse, y acabarán siendo
encuadradas en alguna de las definiciones del síndrome metabólico.
(10)
El Sobrepeso y la obesidad han ido
ganando interés por su vinculación con la mayoría de los factores
de riesgo cardiovascular, y más especialmente con la diabetes
mellitus, la HTA y el Síndrome Metabólico. La obesidad potencia la
aparición de la mayoría de los factores de riesgo cardiovascular y
es un factor de riesgo independiente de las complicaciones
cardiovasculares. (24).
Un estudio multicéntricos con
seguimiento de la cohorte de Framinghan determinó que el sobrepeso y
la obesidad en la edad adulta reducen la esperanza de vida de manera
importante, tanto en hombres como en mujeres, en fumadores y no
fumadores. (26).
La pre hipertensión se asocia con una
mayor prevalencia de los factores de riesgo cardiovascular y una peor
función renal, pero el análisis multivariable demuestra que
únicamente los marcadores clínicos de resistencia insulínica
(glucemia basal alterada, diabetes mellitus, cociente de
triglicéridos /HDL y obesidad) se asocian con la presencia de pre
hipertensión. (24).
Los
indicadores antropomórficos de obesidad central o abdominal son el
índice de masa corporal, el perímetro abdominal y el índice de
cintura cadera. Los cuales son los más relacionados con los factores
de riesgo cardiovascular. (10) (*3)
El uso del IMC en lugar del perímetro
abdominal como parámetro de síndrome metabólico ya es validado
ampliamente en grandes cohortes. (4).
El síndrome metabólico es más
frecuentes en pacientes con mayor edad, sexo masculino, glucemia
aumentada en ayunas, aumentos en IMC, presión arterial sistólica
(PAS), presión arterial diastólica (PAD), presión del pulso,
colesterol total, triglicéridos, y colesterol no HDL y valores bajos
de HDL.(4)
El
número de componentes diagnósticos del síndrome metabólico que se
relacionan estrechamente con los valores de PROTEINA C REACTIVA.
(*5)
La concentración elevada de segmentos
aminoterminal de propéptidos natriuréticos cerebral (NT- pro BNP)
circulante también es un fuerte predictor del exceso de mortalidad
cardiovascular y total, independientemente de la albuminuria y de los
factores de riesgo convencionales. (11).
El
índice tobillo brazo, el grosor intimo medial carotideo y la
detección de placas en carótida, la rigidez arterial cuantificada
por la velocidad de la onda de pulso y la neuropatía autonómica
cardíaca determinada a partir de pruebas estándares de reflejos
pueden considerarse marcadores cardiovasculares útiles capaces de
añadir valor predictivo a los cálculos de riesgo habituales.(11)
(*6)
Distribución del tejido adiposo.
La distribución del tejido adiposo es
de gran importancia ya que la acumulación abdominal se asocia con
mayor probabilidad de enfermedad cardiovascular. Las técnicas de
medición más utilizadas son el cálculo del índice de masa
corporal, el perímetro abdominal y el índice cintura cadera. La
relación entre la acumulación abdominal y su relación con
enfermedad cardiovascular está determinada por ser este tejido graso
el que tiene mayor actividad endocrina y por tanto esta es la más
relacionada con la resistencia a la insulina a nivel periférico,
modificación del perfil lipídico, e hipertensión arterial.
Por esta razón la asociación con el
infarto agudo de miocardio quedó reflejada en las conclusiones del
Estudio INTERHEART, y a su vez los niveles más altos de obesidad
comparan a esta con otros factores de riesgo como el tabaco activo o
la hipertensión arterial.
Algunos estudios demostraron que el
índice cintura cadera era el más relacionado con los factores de
riesgo cardiovasculares, pero otros como el estudio EPIC incluyendo
pacientes sanos determinó que la posibilidad diagnóstica de las
tres mediciones son de igual importancia.
Aparte de las anteriores asociaciones
la obesidad abdominal se relaciona con la hipertrofia ventricular
izquierda y otras enfermedades como el Síndrome de apneas del sueño,
restricción pulmonar o el sedentarismo. De estos métodos en 2011 se
desarrolló en la Universidad de Navarra una fórmula de corrección
del IMC en cuanto a la relación entre peso y talla, aclarando el
porcentaje de grasa aproximado en cuanto al peso.
Este cuestionamiento del valor de IMC
en cuanto a la morbimortalidad cardiovascular es el efecto de la
llamada PARADOJA DE LA OBESIDAD y que consiste en que sujetos con
reducción de peso con caída de IMC sufrían más eventos
cardiovasculares. Un estudio con seguimiento de una cohorte de 1300
sujetos sin enfermedad cardiovascular demostró que la incidencia más
alta de complicaciones cardiovasculares acontecía en los sujetos que
tenían IMC <25 kg/m2 pero que habían mantenido durante años,
valores más elevados de IMC, lo que se puede asociar que en
pacientes con obesidad la pérdida de peso, es solo el primer escalón
en una escalera de más peldaños y que el que pierda peso no se
encuentra fuera del peligro de las enfermedades cardiovasculares
hasta un tiempo que no tenemos definido y que se debe a la lentitud
en que hace el cambio de las modificaciones endocrinológicas
despertadas y mantenidas en el tiempo en que se ha vivido con IMC de
valores de sobrepeso u obesidad.
A tal efecto los resultados de otro
estudio de 2013 confirmaron que en pacientes ingresados por
insuficiencia cardíaca del registro REDINSCOR tanto para el IMC como
para el Perímetro abdominal (PA). Así
los pacientes con mayor IMC y PA tienen menos mortalidad total y
cardíaca. Sin embargo, en pacientes obesos con IMC cercano a
35, el efecto protector de la obesidad central desaparece. Estos
resultados apoyan la recomendación de medir el PA además de
calcular el IMC para valorar mejor el riesgo de moralidad total y
cardíaca en la ICC. (43)
Un estudio realizado en EEUU en el año
2000 trató de relacionar el bajo peso, peso normal y obesidad con la
mortalidad, siendo los dos extremos los asociados a mayor mortalidad,
con respecto al peso normal. Es posible que el impacto de la obesidad
sobre la mortalidad haya descendido en las últimas décadas, como
consecuencia de mejoras en la salud pública y en la asistencia
sanitaria. Estos hallazgos son relacionados con la mejora de la
esperanza de vida y el descenso de la mortalidad por cardiopatía
isquémica en EEUU. (27)
El
seguimiento del Registro RICO demostró que la mayor mortalidad se
observó en los pacientes con IMC BAJO Y PERÍMETRO ABDOMINAL alto,
lo que refuerza el papel importante de la distribución de la grasa
corporal.
En los resultados del estudio
Interheart hubo un marcado en los índices de obesidad. El índice
cintura cadera sobre 0,95 en hombres y 0,9 en mujeres con un 46,8% de
los controles de América de controles y un 33% en los otros países
intervinientes. (3)
En comparación y siendo un estudio
publicado hace 15 años la relación de obesidad fue
significativamente mayor en nuestra región respecto a los países
asiáticos. (3)
En el estudio de conclusiones del
Estudio Interheart se destaca que el mayor riesgo atribuible
poblacional se debió a obesidad abdominal, niveles de Apo B/ Apo A1
y tabaquismo (3)
Es por esta razón es que desde
atención primaria y en base a esta asociación la detección de
obesidad abdominal, podemos tener de forma presuntiva un aumento de
las Apolipoproteinas, ya que su accesibilidad a nuestro nivel de
atención es muy limitada.
La
obesidad abdominal es un indicador de riesgo de infarto agudo de
miocardio más adecuado que el IMC. (2)
La valoración de las lipoproteínas
más aterogénicas mediante el cálculo del COLESTEROL NO HDL (CT
-HDL) ha demostrado tener un alto valor predictivo para la mortalidad
cardiovascular incluso superior al COLESTEROL LDL. (4).
Por lo tanto este cálculo de
colesterol no HDL es sencillo y útil para enriquecer las mediciones
sistemáticas que se realizan a diario en la valoración del riesgo
cardiovascular.(4)
En un interesante estudio llevado a
cabo en EEUU demostró que excepto para la diabetes, los factores de
riesgo cardiovascular se han reducido de forma importante durante los
últimos 40 años para todos los grupos de IMC. Aunque los obesos aún
tienen niveles de factores de riesgo cardiovascular superiores a los
del resto de la población, los niveles de estos factores de riesgo
son bastantes menores que en décadas anteriores. (6).
Obesidad e inflamación sistémica.
(36)
La inflamación ha emergido como un
poderoso factor predictivo y tal vez etiológico, de la enfermedad
cardiovascular. La concentración elevada de proteína c reactiva
(PCR) se ha asociado a un aumento en el riesgo de infarto de
miocardio, enfermedad cerebro vascular, enfermedad arterial
periférica y muerte por enfermedad isquémica cardíaca en varones y
mujeres aparentemente sanos. La
obesidad también ha sido propuesta como estado inflamatorio.
(*4) Se ha observado una asociación positiva entre el IMC y la PCR
en adultos y niños. Los mecanismos por los que la obesidad conlleva
la elevación de la PCR no se han esclarecido totalmente. La
interleucina (IL)6 es una citocina que estimula la producción de PCR
en el Hígado. La IL6 se produce y se libera al torrente sanguíneo
por el tejido adiposo y se ha demostrado una fuerte correlación
entre la concentración de PCR en suero y el contenido de IL6 en el
tejido adiposo en seres humanos. Es interesante que la liberación de
citocinas pro inflamatorias (como la IL6) por el tejido adiposo pueda
estar influida por la leptina. Estudios experimentales en ratas
indican que la PCR puede inducir aterosclerosis y no solo ser un
marcador indirecto de inflamación vascular.
La PCR es un marcador inflamatorio que
tienen una evidencia clara de asociación inversa con la actividad
física realizada; sin embargo, hay controversia acerca de si es la
actividad física, por la misma es lo que disminuye la PCR o es la
pérdida de peso que conlleva. (38).
Perímetro abdominal
La medición de la circunferencia
abdominal ha sido planteada hace ya varios años como una herramienta
fácil y útil de utilizar en la práctica clínica para evaluar el
riesgo cardiovascular de los pacientes con sobrepeso y obesidad e
implementar medidas terapéuticas o preventivas destinadas a reducir
el riesgo (12). El motivo de esta afirmación es que la grasa
acumulada en zonas específicas abdominal (epiplón y/o omentos) se
relacionan directamente con el incremento del riesgo cardiovascular.
Según
las recomendaciones del Instituto nacional de salud de los EEUU, se
considera punto de corte para los hombres valores de más de 102 cm y
para las mujeres, mayor de 88 cm. Estos son los valores
considerados en la definición del Síndrome Metabólico, según la
ATPIII-NCEP 2001. (12).
En el año 2005, la Federación
Internacional de Diabetes incorporó población no obesa para
determinar los puntos de corte del perímetro abdominal y redujo los
puntos de corte para definir obesidad abdominal, considerando de
mayor riesgo cifras = o > 94 cm para los hombres y = o > a 80
cm para las mujeres, en población de origen europeo (13).
La medición de la circunferencia de
cintura debe ser realizada a nivel de la línea media axilar, en el
punto medio entre el reborde costal y la cresta ilíaca, con una
cinta plástica no deformable. Se realiza con el paciente en posición
de pie, y al final de una espiración forzada (12).
Otros datos importantes es la relación
que se establece entre la circunferencia abdominal y el nivel
socioeconómico siendo esta inversamente proporcional (12), entiendo
que por el mayor consumo de grasas e hidratos de carbono en
detrimento de la cantidad de proteínas y fibras. Por otro lado la
relación de esta con los valores de tensión sistólica y diastólica
es directamente proporcional. (12).
Actualmente el cálculo de riesgo
cardiovascular en atención primaria se hace conforme resultados de
tablas destinadas a tal fin, que nos brinda una aproximación
importante, al incluir no solo el colesterol total sino otros FRCV
como la edad, sexo consumo de tabaco y presión arterial, diabetes,
historia familiar de enfermedades cardiovasculares y fracciones
parciales de colesterol como HDL. Estas fueron desarrolladas con
población anglosajona y sobrestiman el riesgo cardiovascular (29),
lo que supone una utilización innecesaria de fármacos,
principalmente estatinas, a pesar de las dudas del fundamento
científico de la prevención primaria cardiovascular con estos
fármacos (30) Por tanto estas tablas no son un instrumento
diagnóstico, sino una herramienta que permite identifica RIESGO
AUMENTADO y facilitar la gradación de la intensidad de las
actividades preventivas.(31) Es por tanto que estas tablas deben ser
complementadas con otras variables y prácticas antes de la maniobra
farmacológica, según mi interpretación.
En sujetos con bajo riesgo
cardiovascular la mortalidad a largo plazo es mucho más baja y la
longevidad mucho mayor. Un aumento substancial en la proporción de
la población con bajo riesgo cardiovascular a lo largo de la vida
podría contribuir de forma decisiva al control de la epidemia
cardiovascular.(32).
En pacientes con ICC valores de IMC
>35, un perímetro abdominal aumentado pasa a ser factor de
riesgo, mientras que cuando el perímetro abdominal se aproxima a 120
cm, el IMC pierde su efecto protector. (43).
Contenido de grasa corporal.
A pesar de que la obesidad significa
exceso de grasa no lo diagnosticamos en la práctica clínica como su
medición, sino mediante la medición del peso corporal y el IMC. En
efecto hay unos porcentajes de grasa corporal que son normales siendo
sus límites para las mujeres < 30 a 35% y en hombres < 20 a
25%. (36) Los métodos para su cálculo son muy complicados y se
necesitan de costosos procedimientos que según mi experiencia no son
posibles de contar en atención primaria.
Es por esta razón que es necesaria la
utilización de métodos más asequibles como son el cálculo a
partir del IMC y poder determinar de esta forma incluso la presencia
de obesidad en pacientes con peso normal. Estos hallazgos de aumento
de la concentración grasa corporal independiente del peso en un
estudio reciente se ha relacionado con mayor probabilidad de sufrir
Hta, Dbt, síndrome metabólico, Dislipemia, y enfermedad
cardiovascular que aquellos que no cuenten con esta proporción. (36)
Abordaje de la obesidad y el
sedentarismo.
Se asume que las intervenciones sobre
múltiples factores de riesgo a través de métodos educativos y de
orientación son eficaces y efectivas en relación con los costos en
reducir la mortalidad y la morbilidad de la cardiopatía isquémica,
sin embargo un estudio multicéntrico determinó que las
intervenciones que utilizan asesoramiento y educación dirigidas al
cambio de conducta, no reducen la mortalidad total o por cardiopatía
coronaria o los eventos clínicos en la población general, pero
pueden ser eficaces para reducir la mortalidad en las poblaciones
hipertensas y diabéticas de alto riesgo. Las disminuciones de los
factores de riesgo fueron moderadas, pero las estimaciones agrupadas
son de validez dudosa debido a una heterogeneidad marcada no
explicada entre los ensayos. Las
pruebas sugieren que las intervenciones de promoción de salud tienen
utilidad limitada en la población general (28). (*7) Con
estos resultados evidentemente que esta política no está
relacionada con la prevención, por sus resultados no efectivos y si
son como pauta de tratamiento en dos enfermedades y en estadios
avanzados, por lo cual debemos en atención primaria buscar otra
política para la prevención y para los efectos de tratamiento en
estadios iniciales de la enfermedad.
En la actualidad solo se encuentran con
aval de evidencia científica es la reducción calórica en la dieta
y actividad física.
Un meta análisis proporcionó pruebas
consistentes de que en la población adulta, aumentar o disminuir la
ingesta de azúcares se asocia con cambios de peso corporal. Aunque
existe sesgo de publicación, no parece que estos afecten los
resultados (7)
Si bien este fue un estudio en el
ámbito pediátrico, tiene recomendaciones generales y aclaran que en
los estudios con recomendaciones de disminuir los alimentos dulces y
bebidas azucaradas tuvieron poco cumplimiento y no se encontró
modificaciones de peso. Sin embargo, respecto a la ingesta de bebidas
dulces tras un año de seguimiento, la OR para obtener
sobrepeso/obesidad aumentó un 55% en el grupo de mayor ingesta en
comparación con el grupo de menor ingesta. (7) Por lo que el
razonamiento que se impones es que más importante que dejar de beber
bebidas dulces es no incrementar la ingesta de las mismas.
Las implicación clínica en adultos
demostró que la reducción de azúcares en adultos se asocia a un
descenso de peso de 0,8kg, mientras que el alto consumo de azucares
se asoció a un aumento de peso de 0,75kg (7).
En un estudio realizado en el Hospital
Pediátrico de Cincinnati de EEUU, no exento de críticas
metodológicas, trabajaron en la modificación de la dieta en los
pacientes con determinadas características de normalidad y
concluyeron que en niños obesos, las dietas con hidratos de carbono
modificados fueron tan efectivos como las basadas en raciones
controladas, que aunque no lo aclara, se deduce que es el control en
la cantidad de calorías. El grupo de dieta baja en colesterol y
triglicéridos tuvo menor adherencia, lo que sugiere una mayor
dificultad para su cumplimiento (adherencia), especialmente a largo
plazo. (9) Esto coinciden con otras observaciones en donde el
descenso de peso es posible pero su mantenimiento es mucho más
complicado.
Es muy llamativo que la mayor deserción
en cuanto a grupo estudiado, fue el de dieta baja en grasas, tanto
colesterol y triglicéridos, esto parece complicado a la hora del
hábito alimentario.
La dieta es un determinante importante
del riesgo de enfermedades crónicas en especial de la cardiopatía.
La mejorías dietética recomendadas a los participantes de los
grupos de intervención se centraron en gran parte en la reducción
de sal y en la ingesta de grasas y un aumento de la intesta de
frutas, vegetales y fibra. (14).
Hubo algunas pruebas de mayor
efectividad en los participantes a los que se les informó que tenían
riesgo de cardiopatía o cáncer. (14). Se observaron mejorías
moderadas en los factores de riesgo cardiovascular como presión
arterial y niveles de colesterol total y LDL. Evaluados por sexo, las
mujeres fueron más eficaces en el descenso de las ingesta de grasas,
pero no hubo evidencias de reducción en el colesterol total. (14).
Dos ensayos que realizaron el
seguimiento de los participantes hasta diez o 15 años después de
finalizar los mismos indicaron que los cambios beneficiosos en los
factores de riesgo cardiovascular pueden haber dado lugar a una
reducción en la incidencia de cardiopatía, accidente cerebro
vascular o ataque cardíaco, aunque se necesitan más pruebas para
confirmar estos resultados. (14).
En una amplia revisión se compararon
la eficacia de diferentes dietas, siendo unas con bajo índice
glucémico (BIG), con una dieta de carga glucémica mayor (Cdieta) en
personas con sobrepeso u obesos. Siendo los resultados que los
pacientes que recibieron dieta BIG perdieron más peso y tuvieron una
mejoría superior del perfil lipídico que los que recibieron otras
dietas. El peso corporal, la masa grasa total, el índice de masa
corporal, el colesterol total y el colesterol LDL disminuyeron
significativamente más en el grupo con la dieta BIG. Por lo tanto la
disminución de la carga glucémica de la dieta parece ser un método
efectivo para promover la pérdida de peso y mejorar el perfil
lipídico y se puede incorporar simplemente en el estilo de vida de
las personas. (17). Una cuestión importante será poder determinar
si será posible establecer este hábito alimentario a largo plazo.
En un estudio realizado en pacientes de
una unidad de obesidad española, el control del sobrepeso mediante
una estrategia dietética consiguió el control de la mayoría de los
factores de riesgo cardiovascular, proporcional al descenso de peso.
(24)
En un metanálisis indica que el
ejercicio mejora significativamente el control glucémico y reduce el
tejido adiposo visceral y los triglicéridos en plasma, pero no el
colesterol en plasma, en las personas con diabetes mellitus tipo 2,
incluso sin pérdida de peso. (18)
En otro estudio multicéntricos se
analizaron 22 estudios, 10 a largo plazo, y 12 a corto plazo,
respecto de la mejores formas de accionar sobre la obesidad y
sobrepeso, los que se centraron en la combinación de aspectos
dietéticos y actividad física no mejoraron significativamente el
IMC, pero algunos estudios que se centraron en el enfoque dietético
o en la actividad física mostraron un efecto pequeño pero positivo
sobre el IMC. (25)
Las intervenciones consistentes en
detectar en la comunidad a personas con factores de riesgo
cardiovascular para incorporarlas en un programa intensivo de
modificación de los hábitos de vida parecen efectivas para reducir
la morbilidad y mortalidad cardiovascular, al menos durante un
período de dos años. Para alcanzar niveles favorables de costo
efectividad el programa debe mantenerse, durante un tiempo mínimo de
10 años. (33).
En un
reciente estudio, se evidenció que en la Comunidad de Madrid, el
76.3% los adultos no realizan actividad física en el tiempo libre o
lo que hacen no es suficiente para alcanzar las recomendaciones
mínimas de cara a obtener beneficios para la salud. (*8). A
propósito de las recomendaciones publicadas en 2007 por la Américan
Heart Associatión (AHA), y que establece realizar al menos 30
minutos de ejercicio aeróbico moderado cinco días a la semana o un
mínimo de tres días de ejercicio aeróbico intenso con una duración
de al menos 20 minutos cada día, o bien una combinación de ambos
tipos de trabajo. (42)
Los 3 fármacos relacionados con el
tratamiento de la obesidad son el orlistat, la sibutramina y
rimonabant, las cuales demostraron reducciones efectivas de peso y
mejorar el perfil de riesgo cardiovascular pero que en la actualidad
ninguna de ellas se recomienda para el tratamiento de la obesidad.
Según una revisión reciente las
modificaciones de las grasas en los alimentos (mediante el reemplazo
de las grasas saturadas, de origen animal, por aceites vegetales y
alimentos untuosos in saturados) pueden reducir el riesgo de
enfermedades cardiovasculares, aunque no está claro si las grasas
mono in saturadas o poli in saturadas son más beneficiosas. No hay
ningún beneficio claro en la salud a partir de reemplazo de las
grasas saturadas con alimentos con reducción de la cantidad total de
grasa que se consume. Las enfermedades cardiovasculares incluyen
ataques cardíacos, angina de pecho, accidentes cerebro vasculares,
muerte cardiovascular súbito y necesidad de cirugía cardíaca. Las
modificaciones de la grasa que se consume parecen ofrecer una mejor
protección si seguimos esta pauta durante al menos dos años. No
está claro si las personas actualmente sanas obtienen un beneficio
similar a las que están en mayor riesgo de enfermedades
cardiovasculares (por ejemplo pacientes con hipertensión, lípidos
séricos elevados o diabetes) y los pacientes que ya presentan
cardiopatía, aunque la sugerencia es que todos se beneficiarían
hasta cierto punto. (39).
También existe según otro estudio una
relación entre el consumo de azúcar y el peso corporal que se
deriva de los resultados de los ensayos clínicos. Sin embargo en los
estudios de cohortes con una población infantil se muestra que los
consejos médicos son inefectivos. (40)
La pérdida de peso también se puede
promover mediante fármacos el control de la obesidad, como el
orlistat, y en mayor medida como la cirugía bariátrica, que al
parecer disminuye en el riesgo cardiovascular de pacientes obesos.
(21)
También se han desarrollado técnicas
quirúrgicas como son la cirugía bariátrica, restrictivas o el
balón intragástrico, siendo la primera, también llamada bypass
gástrico parece ser la técnica quirúrgica que aporta mayor
beneficios a largo plazo en términos de reducción mantenidas de
peso, control de factores de riesgo e incluso en la reducción de
tratamientos farmacológicos, para entidades clínicas diferentes,
como HTA, DBT, Dislipidemia etc. pero que se relacionan más directa
que indirectamente con la obesidad.(1)
El hígado graso no alcohólico (HGNA)
es la manifestación hepática del síndrome metabólico, cuyo sello
distintivo es la obesidad y la resistencia a la insulina. La
acumulación de grasas en el hígado produce inflamación y daño
hepático crónico, lo que se conoce como esteatohepatitis no
alcohólica (EHNA). Actualmente, la mejor estrategia para tratar el
HGNA y la EHNA es la pérdida de peso. Los procedimientos quirúrgicos
para tratar la obesidad, cirugía bariátrica, mostraron buenos
resultados para reducir la acumulación de grasas e incluso mejorar
otras afecciones relacionadas con la obesidad. En la revisión
Chchrane intentó evaluar los beneficios y los riesgos de la cirugía
bariátrica para la EHNA en pacientes obesos. Sin embargo, debido a
que se encontraron ensayos clínicos aleatorios que no cumplieron con
los criterios de inclusión del protocolo de la revisión, la misma
no pudo tratar lo antes especificado en los objetivos del protocolo
(15)
Desde la óptica de la Cardiología
también se habla de rehabilitación cardíaca en la prevención
secundaria de los enfermos cardíacos, pero que en la esfera de la
atención primaria es prioritario la prevención primaria en cuanto a
la reversión de las factores de riesgo cardiovascular.
Donde estudiar la obesidad y los
factores de riesgo.
Según una amplia revisión, los
controles generales de salud no redujeron la morbilidad ni la
mortalidad, ni en general, ni por causas cardiovasculares o cáncer,
aunque se observó un aumento en el número de nuevos diagnósticos.
Con frecuencia no se estudiaron ni informaron los resultados
perjudiciales importantes como el número de procedimiento de
diagnóstico de seguimiento o los efectos psicológicos a corto
plazo, y muchos ensayos tuvieron problemas metodológicos. Debido al
gran número de participantes y muertes incluidas, los largos
períodos de seguimiento utilizados y al hecho de considerar que no
se redujo la mortalidad cardiovascular y por cáncer, es poco
probable que los controles generales de salud tengan efectos
beneficiosos. (16)
Si esto es así y a nivel de grandes
eventos de pesquisa poblacional no son efectivos, creo que refuerza
el concepto necesario de afianzar esta búsqueda en la consulta
diaria de atención primaria.
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