lunes, 11 de agosto de 2014

Historia de la medicina. Tratamiento de la obesidad.

Eduardo Mill Ferreyra.

Sancho I el Craso, rey de León es el protagonista de una alucinante peripecia histórica real. Esta quizá merezca se referida con alguna extensión, pues refleja una de las primeras noticias sobre un tratamiento con éxito de la obesidad y del síndrome de apnea del sueño. Sancho fue coronado rey de león, al morir su hermano Ordoño, en el año 956. Sin embargo, era tan obeso que estaba imposibilitado para montar a caballo o empuñar una espada y además caía frecuentemente en somnolencia. Todo ello fue pretexto que tomaron sus súbditos para destronarlo. Entonces Sancho corrió a buscar refugio junto a su abuela, la reina Toda Aznar de Navarra. Esta entonces era una anciana de 82 años, pero encontró en el reto de restablecer en el trono a us nieto un desafío impresionante. Y se puso manos a la obra.
Habiendo sabido que el médico mas reputado en tratar tales trastornos era el judío Hasday ben Shaprut que residía en la corte de Abderramán III en Córdoba y que casualmente era sobrino de la reina, le hizo visitar a Sancho en Pamplona. El médico aleccionado por Abderramán, aconsejó el traslado de Sancho a Córdoba para realizar el tratamiento. La reina Toda en seguida organizó la comitiva de Navarra a Córdoba para tratar al obeso.
El espectáculo de dicha comitiva atravesando media España por entre reinos árabes y cristianos debió ser inenarrable. La Córdoba de Abderramán III estaba en todo su esplendor. Por entonces, contaba con cerca de un millón de habitantes. Este les recibió en la ciudad palatina de Medinat al Zahara, recientemente levantada a unos 12 km de Córdoba. Es fácil imaginar la impresión que en aquellos montaraces castellanos debió causar la magnificencia de los palacios imperiales revestidos de mármol, la abundancia de fuentes que destilaban reflejos irisados, la madera y artesonados de los techos..... Y efectivamente, Toda y su séquito disfrutaron de esta magnificencia palaciega y dela abundante y exquisita gastronomía de Al Andalus.
Sin embargo, no le fue tan placentera la estancia al infeliz de Sancho. Para éste comenzaron inmediatamente los remedios drásticos. Se la habilitó una sala especial de el palacete del médico y se le sometió a una estricta dieta durante 40 días. Tras administrarle sedantes, le cocieron la boca y le dieron una dieta líquida a base de agua de sal, azahar, menta, extracto de verduras y diversas hierbas. El rey ingería tal brebaje por medio de una pajita 7 veces por día. Esto produjo en Sancho una diarrea copiosa, por lo cual lo ataron a la cama. Además le administraban abundantes baños para hacerle sudar y masajes para evitar la flaccidez de la piel. Sancho, naturalmente, no se plegó voluntariamente a tal sumisión, se negaba a andar y tiraba puñadas y golpes, por lo cual fue preciso atarlo con gruesas maromas. Era obligado a hacer ejercicios mediante cuerdas que manejaban un ejército de esclavos y para facilitarle la deambulación se construyeron artilugios como andadores a la medida. Después de semanas de este régimen espartano, Sancho adelgazó mas de 60 kg, con lo cual, y a pesar de conservar una apariencia fornida, desaparecieron la somnolencia, los dolores articulares y la dificultad respiratoria.
Caro fue el remedio, pues Abderraman exigió, en pago de la cura, la entrega de diez fortalezas cristianas. Además Abderramán prestó parte de su ejército a Sancho para recuperar el trono. Así con esta ayuda y la de Toda, Sancho se enfrascó durante todo un año aparentemente con una agilidad que su recuperada “delgadez” ahora le permitía, en una guerra fraticida contra su otro hermano Ordoño IV, el jorobado o el malo.
A éste le ayudaba a mantener en el trono el conde Fernán Gonzalez de Castilla. Al final, Sancho recuperó su trono en el año 956 y, aunque reinó 10 años con mano de hierro, no pudo evitar que sus enemigos se deshicieran esta vez de él con un método expeditivo: envenenándole con una manzana.

Bibliografía.

Extraído literalmente del libro “Arte y Riesgo cardiovascular” de Julio Montes Santiago.

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